El diclorometano (también conocido como cloruro de metileno) es un disolvente orgánico muy utilizado en el proceso de descafeinado del café verde. Durante el proceso, los granos de café entran en contacto directo con el disolvente, que se elimina posteriormente en una fase de vaporización. El diclorometano tiene un punto de ebullición de 40 °C, lo que hace que se le pueda eliminar fácilmente después del proceso, hasta alcanzar concentraciones indetectables en el café tostado.
El diclorometano que se utiliza para el descafeinado es apto para el consumo humano y tanto su fabricante como Demus certifican su pureza mediante análisis periódicos y controles que verifican que cumple los requisitos de la Directiva Europea 2009/32/CE del 23 de abril de 2009 y la Orden Ministerial italiana nº 390 del 20 de julio de 1987. Su uso está regulado tanto en Europa como en los Estados Unidos con las siguientes referencias normativas:
Estos límites máximos de residuos de diclorometano se fijan para prevenir cualquier riesgo para el consumo humano. En el proceso industrial llevado a cabo por Demus, después de la elaboración, la cantidad de disolvente se encuentra a un nivel inferior incluso al existente en el café verde. Después del tueste, que alcanza temperaturas superiores a 200 °C, el residuo de diclorometano es generalmente indetectable. Con esto, se descarta cualquier riesgo de toxicidad para el consumidor. Cabe señalar que la industria farmacéutica utiliza el diclorometano en algunos de sus procesos de producción, y su presencia en algunos medicamentos se indica en el etiquetado junto al resto de ingredientes, si bien siempre está presente en bajas concentraciones.
Asimismo, resulta llamativo que la toxicidad por ingestión de diclorometano, expresada como dosis letal o LD50 es unas 8 veces inferior a la de la cafeína (el diclorometano tiene una LD50 de aproximadamente 2000 mg por kilogramo de peso corporal, mientras que ese mismo valor para la cafeína ronda los 250 mg).
De todo lo anterior se puede concluir que no existe indicio alguno para considerar al café descafeinado con diclorometano como un producto perjudicial para el consumo humano. Es más, tiene varios aspectos positivos respecto al resto de sistemas de descafeinado: extrae las ceras del café (carbo-5-hidroxitriptaminas) —que son sustancias que producen irritación en la mucosa gástrica—, elimina la ocratoxina A, que es un metabolito fúngico cancerígeno (la legislación de la Unión Europea ha fijado un límite de 5 partes por millón en el caso del café tostado y 10 partes por millón en el café soluble) y elimina algunos aromas indeseables como el tricloroanisol y la geosmina. La eliminación de la ocratoxina A y de los aromas indeseables forma parte de las patentes de Demus (véase la sección sobre patentes).
Finalmente, queremos insistir en que, gracias al diclorometano, el proceso de descafeinado es mucho menos costoso en comparación con otros sistemas. Por otro lado, la recuperación y la reutilización casi total del disolvente hacen que tenga un bajo impacto ambiental y que sea ecológicamente óptimo.